La potencia es un parámetro ampliamente utilizado en el ciclismo; en la carrera a pie es un concepto relativamente reciente. Sin embargo, cada vez está ganando más y más presencia y, de hecho, algunos opinan que ha llegado una “nueva revolución” al mundo del running, tal y como ya pasó con la implementación de la medición de la frecuencia cardiaca o de los GPS. Así, y a pesar de que a la potencia en la carrera a pie le queda todavía camino por recorrer, su medición nos ofrece (tanto a entrenadores como deportistas) una amplia gama de posibilidades de análisis que hasta el momento no eran posibles.
Una utilidad de la potencia en el entrenamiento del corredor es el uso de ésta como marcador de la intensidad (lo que comúnmente se conoce como entrenar por potencia). Hasta ahora, podríamos decir que el corredor comúnmente utilizaba tres parámetros en su día a día para determinar la intensidad del entrenamiento. Estos son la frecuencia cardíaca, el ritmo y la percepción subjetiva del esfuerzo. Pero, ¿qué inconvenientes tienen estos parámetros respecto a la potencia?
- Percepción subjetiva del esfuerzo: no deja de ser subjetiva y está condicionada a factores como la experiencia del sujeto, entre otros.
- Frecuencia cardíaca: es un parámetro interno que depende de factores como la hidratación, estrés, fatiga, condiciones meteorológicas, hora del día, estado de forma… Por otro lado, no refleja la intensidad de manera instantánea, es decir, tarda unos minutos en estabilizarse y actúa con retardo para mostrar la intensidad. Además, tiene poca validez para esfuerzos cortos e intensidades altas o muy altas.
- Ritmo: cuando se corre en llano, es el parámetro estrella. No obstante, su medición con los GPS a veces es inexacta y puede que no haya un feedback inmediato. Además, puede variar según el viento, el terreno… pero, sobre todo, en terrenos con pendientes tiene poca validez, o al menos no es del todo práctico (por ejemplo para el corredor de montaña).
Visto lo anterior, la potencia mejora a los anteriores porque representa fielmente la realidad, es instantáneo, nos ayuda a cuantificar la carga de manera rigurosa y porque nos da la posibilidad de extraer cantidad de datos (Vance, J., 2016). Además, de acuerdo con Van Dijk, H. & Van Megen, R. (2017), la potencia nos permite cuantificar y definir la capacidad del corredor. Para ello, estos autores describen un modelo en el que defienden cómo la potencia representa la capacidad de nuestros músculos y del sistema cardiovascular formando nuestro “motor humano” (human engine), por lo que consideran que es el marcador más fiable y exacto de la intensidad de entrenamiento. Sin embargo, trabajar con potencia no implica olvidarse de otros parámetros como el ritmo, la frecuencia cardíaca o la percepción de esfuerzo, más bien al contrario.