1- Mira por dónde vas
Evita mirarte los pies. Debes acostumbrarte a mirar al menos tres o cuatro metros hacia adelante para poder ver lo que viene, esto te permitirá planificar una ruta segura cuesta abajo y te dará más tiempo para reaccionar al terreno.
2- Acorta tu zancada
No es conveniente dar zancadas amplias, ya que esto aumenta el riesgo de lesiones y hace que no tengas control sobre lo que haces y hacia dónde te diriges. En su lugar, intenta dar pequeños pasos, cuanto más contacto tengas con el suelo, más control tendrás. Acortar la zancada aumentando la frecuencia de la zancada también puede ayudar a reducir el daño muscular.
3- Mantén los brazos extendidos y alejados del cuerpo
Esto te ayudará a mantener el equilibrio. Puedes parecer un niño jugando, pero hay una razón por la que aprendemos a mantener el equilibrio con brazos en ‘avión’ y es porque nos ayuda a ser más conscientes de nuestro centro de gravedad y nos ayuda a mantenernos erguidos.
4- Cambia tu pisada
Existe cierta evidencia de que aterrizar sobre los dedos de los pies en un descenso ejerce una tensión adicional sobre los músculos en comparación con aterrizar sobre los talones, lo que lleva a un mayor daño muscular. Dicho esto, una estrategia más útil a tener en cuenta es mezclar las dos formas de pisar para variar la carga en diferentes grupos musculares, cambiando entre diferentes patrones de pisada. Eso sucede naturalmente en senderos irregulares, pero en descensos más suaves tiene que ser una decisión deliberada.
5- Entrénalo
Este es lo más importante. Si estás planeando una carrera que incluye importantes descensos, asegúrate de entrenarlo. Si no hay cuestas dónde vives, busca imitaciones lo mas parecido posible a lo que te vas a encontrar.